El hetero-patriarcado empuja a millones
de mujeres, lesbianas, travestis y transexuales
pobres, negras, mestizas y migrantes a un nefasto y peligroso rincón social: el trabajo doméstico y la prostitución. En 2013 el
Kirchnerismo avanzó legislativamente sobre los dos temas. No es cualquier problema social, son dos cuestiones centrales del régimen heterosexual y de la violencia masculina.
El trabajo doméstico y la
prostitución están íntimamente conectados,
sobre todo en la fantasía masculina. Recuerdo perfectamente estar
participando hace unos años en el taller
de Sonia Sánchez “Ninguna Mujer Nace para Puta” (http://cualestuputaesquina.blogspot.com.ar/) en la Defensoría del Pueblo de la Nación.
Cuando un funcionario de unos 40 años
increpó a los gritos a Sonia Sánchez acusándola de mentirosa, de fabuladora. El razonamiento era
así de directo: el funcionario estatal argumentaba que él estaba buscando mucama hace
más de 15 días pero no encontraba. Y si no encontraba una mucama
era porque las putas no querían ser mucamas, o sea: no querían dejar de ser putas.
Está claro que para muchos
varones la fantasía heterosexual ideal es poder tener en un cuartito del fondo
a una mujer joven (muy joven) para explotar sexual y laboralmente. No es otra cosa que la fantasía del fiolo. Pero la
prostitución y el trabajo domésticos son fenómenos sociales diferentes, aunque
compartan la misma causa. Y por eso el debate parlamentario no es el mismo.
Se calcula que en Argentina el
80% del trabajo doméstico es informal. O sea, nada de vacaciones, aguinaldo, pago
por enfermedad, descanso, jornada limitada de trabajo, indemnización por
despido, poder de reclamo frente al
acoso sexual, etc. La nueva ley del 13 de marzo de 2013 que regula el régimen
del trabajo doméstico aborda todos estos
problemas. Y lo hace al estilo kirchnerista, porque si algo quedó bien
demostrado en la década ganada es que el Kirchnerismo sabe como crear y regular
el trabajo. Si no, tomate unos minutos y estudiá en detalle la ley 26.844 (http://www.infoleg.gov.ar/infolegInternet/verNorma.do?id=210489).
Sobre todo si sos de clase media y contratás a alquien para que haga el trabajo
doméstico de tu casa. Porque si no lo declarás, la AFIP lo va a presumir, de acuerdo
a la Resolución 3492 que se establece un
régimen de “indicadores mínimos de trabajadores”, algo así como detector de
explotación laboral.
Por otro lado, el debate parlamentario sobre la
prostitución es más complejo, porque hay posturas diversas que tensionan el
debate entre la prostitución como trabajo sexual y la prostitución como una
forma de explotación y violencia sexual.
Yo tengo mi opinión y la resumo así: en
un régimen social hetero-patriarcal la prostitución se manifiesta
casi siempre y estructuralmente como una forma de violencia misógina y
transfóbica. Pero para comprender mejor
el problema y no mandar fruta hay que escuchar con atención a las mujeres,
travestis y transexuales con voz propia y activismo político: (http://es.scribd.com/doc/133226687/PROSTITUCION-TRABAJO-SEXUAL-LAS-PROTAGONISTAS-HABLAN-Berkins-Korol).
En este momento se están debatiendo en el Congreso
Nacional dos proyectos de ley que ratifican la postura abolicionista del estado argentino,
uno de Aníbal Fernández que penaliza el consumo de prostitución sólo en casos
de trata; y otro proyecto de Marcela Rodríguez que también penaliza al
prostituyente pero no distingue entre
una víctima de trata o no. En síntesis, estoy de acuerdo con el enfoque de M.
Rodríguez pero, en cualquiera de los casos, para detener al varón prostituyente
es necesario que intervenga la policía.
Es ahí donde está la trampa, en el pacto de semen y corrupción entre prostituyentes y policías. Pero en cualquier
caso el debate que se está desarrollando y la ley que salga sancionada tendrán un poder y eficacia simbólica central para enfrentar la violencia
prostituyente. Por primera vez el debate público desnaturaliza la prostitución y visibiliza al varón prostituyente como un
transgresor, como un explotador, como un
violento. No es poco, si pensamos el
lugar que ocupaba con total impunidad el
varón prostituyente hasta ahora en el orden
simbólico del régimen heterosexual.
La década
ganada no es sólo más y mejor redistribución económica, también implica el
reconocimiento de las diversas formas de explotación sexual y laboral que
sufren muchas mujeres, lesbianas,
travestis y transexuales. Y
también implica, sobre todo, denunciar las
fantasías masculinas heterosexuales que son
peligrosas y socialmente
inaceptables. Como la tan común y extendida fantasía del fiolo.