El fenómeno de la medicalización
de la vida implica un montón de cuestiones importantes, pero podría definirse
como el colonialismo expansivo de la profesión médica, patologizando
aspectos de la vida cotidiana que antes eran considerados como normales.
El proceso parece diseñado por un genio y/o por los laboratorios. Un problema o conducta es definido en términos biomédicos como una enfermedad o un desorden y la medicina ofrece un tratamiento para su cura. A esto hay que sumarle los intereses corporativos/heteropatriarcales, la efectividad del marketing, y la masividad de los medios de comunicación.
El proceso parece diseñado por un genio y/o por los laboratorios. Un problema o conducta es definido en términos biomédicos como una enfermedad o un desorden y la medicina ofrece un tratamiento para su cura. A esto hay que sumarle los intereses corporativos/heteropatriarcales, la efectividad del marketing, y la masividad de los medios de comunicación.
El Viagra es un excelente
ejemplo. La impotencia sexual masculina
existió siempre, pero el laboratorio Pfizer que patentó el Viagra en 1998 logró instalar socialmente la idea de que la disfunción
eréctil es un problema médico y el Viagra la solución.
Al principio el Viagra fue
promovido como una solución para la impotencia sexual de las personas adultas
mayores. Por eso la primer campaña publicitaria se centró en la imagen de
un viejo y famoso político republicano, Bob Dole (el señor de la foto).
En el
primer año las ventas crecieron y rápidamente tres millones de varones gastaron
un billón y medio de dólares en Viagra.
Entonces descubrieron que era un negocio más millonario de lo que habían
calculado y la estrategia comercial consistió
en apuntar a varones más jóvenes e incluso atléticos. Entonces la estrategia de
marketing le apunto a un famosísimo jugador de baseball Rafael Palmeiro.
Pero
la expansión del mercado del Viagra era más elástica de lo que imaginaban así
que Pfeizer decidió ir por más y lanzó una nueva y más agresiva campaña
publicitaria para lo cual contrató a Mark
Martin, un super campeón de Nascar, la fórmula de autos de competición más
popular de USA.
La conclusión, se la dejo a Beatriz
Preciado y su Testo Yonki:
“Si la era dominada por la economía del automóvil se denominó “fordismo”,
llamaremos “farmacopornismo” a esta nueva economía dominada por la industria de
la píldora, por la lógica masturbatoria y por la cadena de
excitación-frustración en la que se apoya. La industria farmacopornográfica es
el oro blanco y viscoso, el polvo cristalino del capitalismo postfordista.”