La poeta, negra, lesbiana, feminista y noteamericana, Audre Lorde (la de la foto), alegó que “la casa del amo no podrá ser desmantelada con las herramientas del amo”.
La casa del amo, para mí, es la heterosexualidad como norma social, como lugar de opresión y de encierro. La masculinidad heterosexual es la principal fuente de violencia inter-personal y estructural: desde los femicidios promovidos por fallos judiciales misóginos, pasando por la lesbo/trans/homofobia, hasta llegar al aborto inseguro.
¿Pero si no es con las herramientas del amo, con qué otra herramienta vamos a poder transformar esta realidad?????????????????????????????????????????????????????
Desde mi experiencia, para desmantelar la casa del amo la herramienta más eficaz y poderosa es la militancia lesbo-feminista.
Según Monique Wittig “como no existen esclavos sin amos, no existen mujeres sin hombres”. Wittig utiliza su propia herramienta, el lesbianismo materialista, para describir y denunciar la heterosexualidad no como una institución sino como una régimen político que se basa en la sumisión y la apropiación de las mujeres.
Y para que la deconstrucción sea más contundente y las nuevas herramientas se usen con pericia, Beatriz Preciado nos ofrece una guía para la acción política: “la heterosexualidad se presenta como un muro construido por la naturaleza, pero es sólo un lenguaje: una amasijo de signos, sistemas de comunicación, técnicas coercitivas, ortopedias sociales y estilos corporales.”
Mientras que Guy Hocquenghem nos ayuda a identificar la causa del problema: “lo que causa el problema no es el deseo homosexual sino el miedo a la homosexualidad”. El problema es la sociedad heterosexual.
La casa del amo se desarma, vamos a desarmar la casa del amo.