Una sociedad patriarcal como la nuestra nos enseña a los varones por diferente canales de aprendizaje y comunicación que tener la pija parada el máximo de tiempo posible es siempre algo bueno y positivo.
Nos enseñan que con nuestras pijas bien paradas podemos hacer de todo: tener una familia, un trabajo exitoso, un auto cero kilómetro, dos autos cero kilometros, una moto japonesa, plantar un árbol, escribir un libro, construir un puente, y ahorrar mucho dinero, pero por sobre todas las cosas coger, y si lo hacemos sin forro mucho mejor.
A partir de las 5.000 llamadas que recibimos en la línea Aborto: más información, menos riesgos* pudimos conocer a través de la experiencia concreta de las mujeres que llamaron buscando información que el 70% de los varones no usó preservativo y las dificultades que encontraron las mujeres para negociar con los varones la anticoncepción y prevención de ITS.
Pero el problema de la violencia masculina no termina acá. Cuando los varones cogemos con forro, muchos de nosotros lo usamos mal. Porque otra lección que nos enseña el patriarcado a los varones es que si la tenemos flácida cuando más erecta tiene que estar, hay que negarlo, disimularlo y seguir adelante con nuestro mandato.
Muchas de las mujeres que llamaron a la línea Aborto: más información, menos riesgos y que dijeron que el método anticonceptivo que usan regularmente es el forro, también nos contaron que sus parejas cogen con la pija flácida y que la mayoría de las veces se les sale el forro. Así, los varones disimulamos y las mujeres sufren las consecuencias.
Podría decirse que así como el coraje, el arrojo y la exposición al riesgo son atributos esenciales del rol de género de la masculinidad, tener siempre la pija erecta sería otro más. Cuando estos comportamientos de riesgo se acoplan con la sexualidad entramos en una zona de peligro, especialmente para las mujeres.
Los varones solemos referimos al aborto como si fuera un fenómeno social exclusivo de las mujeres: mujeres demasiado ignorantes, egoístas, insensibles, asesinas, pobres, negras, sexualmente imparables, independientes, feministas, etc. Pero en general nunca se habla de la violencia masculina que causa el aborto. Violencia masculina en todas sus variantes: estructural, institucional, médica, económica, política, pero sobre todo la más íntima, la violencia sexual en la pareja, la más cotidiana, rutinaria, naturalizada, casi imperceptible: querer coger siempre con la pija erecta y sin forro; y cuando lo usamos, cogemos sin reconocer que podemos ser unos pijas flojas que ejercemos nuestra cuota diaria de poder y violencia como diminutos pero leales agentes del patriarcado.
Pero para no terminar este post con un mensaje tan mala onda y meramente declarativo le propongo a los varones lo siguiente: que cada vez que hablemos sobre el aborto, en lugar de reclamar por los supuestos derechos del padre a decidir sobre el futuro del feto, o a demandar contención psicológica para las mujeres que abortan, o hablar siempre del aborto como un drama para las mujeres, o sugerir que las mujeres son las principales responsables de prevenir el embarazo, mejor empecemos por hablar sobre nuestras conductas peligrosas: desde coger sin forro hasta disimular y no hacernos cargo de nuestras pijas flojas cuando usamos forro. Y empezar también a imaginar otras formas de sexualidad que no impliquen siempre la penetración con una pija erecta como precondición para sentir placer y erotismo con una mujer o con otro varón.
* Línea Aborto: más información, menos riesgo. 011-15 666 4 7070
Podés llamarnos o mandar sms. Devolvemos las llamadas. Todos los días.
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