lunes, 23 de julio de 2012

CHICAS BONDI: ¿VOS TE SUBIRIAS?


¡ATENCION!  Si sos mujer,  tenés entre 20 y 35 años y viajás en el 39, 93, 152  o el 59 (entre otras líneas) un flaco te puede sacar una foto clandestinamente y subirla  a su Facebook o Tumblelog  con más de 8,000 seguidores, en donde opinan sobre vos, y si sos la elegida también te exponen en un espacio de arte en la  Avenida  Santa Fe al 1200 y te publican en la revista Brandon.  Todo esto, como explica orgullosamente  el autor de Chicas Bondi, sin permiso.



Para  explicar  este  fiasco misógino con pretensiones  de proyecto artístico que se llama  Chicas Bondi voy a analizar lo que sería el “manifiesto” de Chicas Bondi, un breve texto que escribió su autor (un varón que se mantiene en el anonimato) y está publicado en su tumblelog. Lo voy a analizar siguiendo su propio orden: primero los objetivos, después el método y finalmente, al estilo de  las grandes corporaciones en letra chica el “disclaimer” o  la aclaración sobre los límites de su responsabilidad en todo esto de sacar fotos sin permiso para colgarlas en su Facebook.


En cuanto a los objetivo de Chicas Bondi su  autor  alega   que “propone un punto de vista alternativo sobre la mujer, punto de vista que plantea inquietudes y críticas, tanto a nivel personal como de la sociedad en general.” 
Sin embargo, el punto de vista de Chicas Bondi está muy lejos de ser alternativo y  plantear nuevas inquietudes. Por el contrario  apela a uno de los  recursos más viejos y  gastados del patriarcado visual,  desde la pintura al óleo renacentista  hasta las artes visuales modernas: Chicas Bondi pone al observador  de las fotos en la  perspectiva de un varón heterosexual. O sea:  las mujeres de Chicas Bondi son asignadas a un papel pasivo de ser miradas, mientras que el varón   representa   al sujeto activo que las mira. El varón actúa, enfoca y saca la foto y la mujer aparece. Esta perspectiva expresa una relación desigual de poder entre el observador/varón y la  observada/mujer.

A continuación el autor de Chicas Bondi nos hace una aclaración tan fundamental  como  inverosímil sobre sus fotografías: “No tienen ni sugiere ninguna motivación o finalidad sexual ni comercial.” Supongo que acá el autor de Chicas Bondi quiso dejar bien en claro que lo suyo no es la pornografía sino el arte. Pero decir eso en una cultura dominada por las imágenes visuales implica des-politizar lo que implica la mirada masculina y su propio trabajo visual en particular. En las artes visuales la mirada desde la cámara de cine, video  o fotográfica siempre está relacionada al poder y a las relaciones de  género. Freud lo definió como “scopophilia” o el placer relacionado con mirar al cuerpo de otras personas como si fuera un  objeto. Supongamos por un momento que, como alega Chicas Bondi,  es sólo un proyecto artístico, entonces esa misma mirada artística sobre los cuerpos  de mujeres jóvenes y atractivas las convierte en objetos de deseo, produciendo placer visual.  Y cuando esa mirada masculina es fija y unilateral, y por lo tanto no se establece  un intercambio de miradas, estamos hablando de puro  y clásico voyeurismo,  o sea: sobre la satisfacción sexual  producida por medios o estimulaciones visuales que consisten en mirar deliberadamente  a otra persona sin ser visto.


Entonces  ahora vamos a analizar en detalle el método voyeurista de Chicas Bondi. Pero como se trata de un método denigrado, políticamente incorrecto  y además el autor de Chicas Bondi nos advierte  que lo suyo es arte sin motivación sexual, entonces prefiere usar otras palabras y  explicar que en realidad el método funciona en dos tiempos:  
“1. Sin pose, ningún artificio desde la chica objeto de la foto hacia el espectador, que modifique lo que en realidad es.
Y “2. Sin permiso, ninguna acción de mi parte que altere la escena. Tampoco hay retoques posteriores que modifiquen el entorno ni las personas que aparecen en la fotos, los efectos en las mismas son producto de la cámara y la configuración de la misma al momento de sacar la foto.

”
Acá, el autor de Chicas Bondi deliberadamente invierte la causa y el efecto de su método. En la vida real  primero viene el “sin permiso” y después se produce  el “sin pose”. Porque las fotos son sacadas sin permiso, se produce la falta o ausencia de pose. Y es en este punto donde el método pone al  artista en una situación complicada y polémica  que no sabe o no quiere resolver. Está clarísimo que Chicas Bondi  promueve y defiende la idea de sacar fotos sin permiso como lo más importante de su método para evitar las poses o el artificio que podría distorsionar la imagen   natural de las mujeres, así como son, sin pose (según Chicas Bondi). Pero esto implica invisibilizar las demandas o derechos  de las mujeres fotografiadas, minimizando el hecho que desde   el punto de vista del sujeto fotografiado la pose implica explícita  o tácitamente un permiso. Entonces acá viene la pregunta que Chicas Bondi no puede responder: ¿porqué no hacer las fotos sin permiso/sin pose y   luego explicarle a las mujeres fotografiadas en qué consiste el proyecto artístico para que ellas puedan decidir  sobre el uso  de su imagen y sobre la idea de sumarse el proyecto Chicas Bondi. La respuesta a esta pregunta clave Chicas Bondi la responde con una larga, confusa y contradictoria aclaración que no voy a analizar toda porque sería demasiado largo y aburrido (se las adjunto más abajo) pero la  resumo así. El autor de Chicas Bondi no pide permiso para publicar las fotos luego de haberlas sacado porque no cree que sea necesario hacerlo ni mucho menos que exista la obligación de hacerlo. En base a una serie de presunciones e intuiciones  falsas (pero siempre a favor de Chicas Bondi) sobre cómo aparecen las personas en el  espacio público, sobre las supuestas buenas intenciones de Chicas Bondi, etc.,  sugiere  que si a las mujeres no estuvieran de acuerdo en aparecer fotografiadas en su Facebook o ser publicadas en una revista, ellas siempre tienen  a su disposición  diversos medios o canales  para informarlo, y así a partir de ese reclamo Chicas Bondi  descolgaría  la foto en cuestión. O sea: Chicas Bondi se comporta como una corporación que sabe y especula con que la mayoría de las mujeres que no están de acuerdo con ser publicadas en Chicas Bondi no  van presentar   ningún reclamo por varias razones y obstáculos que tiene que superar:  primero y principal porque el autor de Chicas Bondi  está muy convencido de que su método en general no es ofensivo para la mayoría de las mujeres fotografiadas; segundo  porque las mujeres que no están de acuerdo con el método voyeurista de Chicas Bondi para poder hacer algún reclamo primero tienen que saber que  esa foto existe, lo cual  no siempre es así; tercero, porque suponiendo que  se cumpla la  condición anterior  y entonces  alguna   mujer le hiciera un   reclamo a Chicas Bondi,  no hay forma de controlar que Chicas Bondi cumpla su obligación de descolgar la foto. Para decirlo de otra manera   se trata de un sistema de autorregulación en donde Chicas Bondi tiene la última palabra sobre cómo, cuando y por qué descolgar una foto; cuarto,  porque una forma alternativa de control  a la autorregulación de Chicas Bondi sería a través de una demanda judicial (por el art.1071bis del Codigo Civil),  pero  como sabemos en la realidad las probabilidades de que alguien haga  una denuncia judicial no son imposibles pero sí  muy remotas (y esto Chicas Bondi lo sabe muy bien); y por ultimo, en la práctica todo lo anterior no cuenta porque las fotos se viralizan en un segundo.  O sea, en cuanto a su responsabilidad  como artista frente a las mujeres fotografiadas Chicas Bondi se comporta como una  corporación frente a los reclamos de sus clientes, aprovechando la falta de información y explotando las relaciones desiguales de poder que se establecen entre el sujeto activo/masculino que mira fijamente y el objeto pasivo/femenino  que es mirado, sin siquiera saberlo.


En resumen: Chicas Bondi no aporta nada nuevo al arte visual, por el contrario reproduce lo viejo: la mirada dominante y voyeurista de la masculinidad  heterosexual,  meintras que  en el otro extremo se ubica, tal cual  la define  Chicas Bondi: “la chica objeto de la foto”.

Copio el texto completo donde Chicas Bondi aclara ( o al menos eso intenta) el límite de su responsabilidad:
“El espacio donde se exhiben es público porque quiero transmitir mi inquietud. Confío en que las fotos y todo el resto del contenido de esta página va a ser recibido con la misma buena intención con la que las saco y expongo.

Si algún contenido, ya sea fotos o comentarios, llegara a resultar ofensivo o perjudicial en algún sentido hacia alguna de las personas involucradas en la imagen (ya que no sólo hay chicas en las fotos y participan personas de ambos géneros en el espacio), y la persona me pide sea dada de baja, voy a respetar y cumplir con esa voluntad. Entiendo también que por el tratamiento, el carácter y el tono de las imágenes y los comentarios, nadie está siendo perjudicado ya que se está reproduciendo lo que la persona estuvo dispuesta a mostrar en público en el caso de las fotos, desde un punto de vista (ya sea físico, como ideológico) que entiendo adecuado para compartir en público, tanto en cuanto a la captura de la foto como en los comentarios.

No existe a priori intención de mi parte como individuo de generar relación de carácter íntimo y personal con ninguna de las personas involucradas en las fotos ni los participantes de este espacio, por lo que mi identidad se mantiene reservada y no le pido a nadie ninguna información acerca de nadie.

Si alguna de las personas en las fotos es etiquetada o mencionada en algún comentario, no va a ser por iniciativa mía). Sin embargo, contemplo esa posibilidad dado que la persona, objeto de dicha etiqueta o mención, tiene la opción de anular esa información, y múltiples canales por dónde solicitarlo.”