viernes, 31 de octubre de 2008

Esto del aborto...no punible

Unas cuantas semanas en la legislatura porteña son una excelente forma de entender porque nadie va abortar en esta Ciudad de una forma legal, segura y gratuita nunca. Resulta, para quienes no lo saben, que hay un proyecto consensuado entre cuatro legisladorxs (si, cuatro nomás, el tema no engancha) para regular el acceso a los abortos no punibles del Código penal.

La cosa es simple, hace como 100 años que nuestras leyes penales te hacen la gauchada de no mandarte a la cárcel si abortas para no morirte o enfermarte, o si lo haces porque alguien más –un varón- te sometió sexualmente y te embarazó. Y un par de pares de legisladorxs entendieron que podían reglamentarlo, como para que no se mueran las mujeres por abortar clandestinamente, como para que no accedan al aborto sólo las que tienen plata, como para que no sean violentadas por el sistema de salud antes o después de hacerlo, como para que no tengan que aguantar una carga no querida ni elegida. Bien ahí. Súper lógico, ¿no?

Bueno, no. Parece que también se avivaron otrxs y entonces la Legislatura se convirtió en un espacio habilitado para mandar fruta, mentir abiertamente, hablar con total impunidad y a cara descubierta. Entonces se habla en representación de diferentes caricaturas de mujeres, de los varones, de los esposos, de los novios; de lxs no nacidos, de lxs cigotos, de lxs moléculas, de lxs fetos, de lxs bebés, de lxs niñxs, de lxs por nacer, de lxs chicxs, de lxs menores, de lxs seres más indefensos, de lxs víctimas más inocentes, etcétera. Yo no sabía que había tantas formas para hablar de lo que se gesta durante esos meses. Alguien creo que llegó a decirle “bellota”.

Entonces vienen muchxs “expertxs”. Te cuentan los últimos avances tecnológicos; te pasan unos power point muy piolas con textos en inglés; te muestran importantísimos estudios sobre mujeres violadas en la guerra de los Balcanes, mucho más traumatizadas por el aborto que por estar corriendo entre bombardeos y tropas de varones. Te cuentan también que el cigoto tiene “huellas digitales” y que entonces podemos hacerles un “carné” antes de nacer.

Y parece también que ahora se viene otra apasionante discusión, porque hay quienes dicen que el aborto es terrible porque lo prohíbe tal o cual religión. Entonces hay que discutir sobre la relación entre “el Estado y la Iglesia”. ¡Ah! ¿Era eso también? Entonces seguro aparecen otrxs expertxs (hay mucho expertx dando vuelta, ¿vio?), a decirnos que la Constitución “sostiene” el culto católico y que entonces hay que embromarse; o a decirnos que los católicos son mayoría y entonces, bueno, hay que embromarse; o esos otros que dicen que al parecer Dios estaría dispuesto a destrozarnos con un rayo. Entonces, claro, hay que embromarse, porque un rayo es un rayo; no es moco de pavo.

Y después quizá se venga otro apasionante debate, porque seguro habrá quienes digan que en realidad la democracia es un bajón y que es interesante repensar la idea de "dictadura". Se va a llenar de expertxs, porque para eso son expertxs, ¿no? Y nos van a decir que es redifícil esto de la democracia, porque la gente quiere cosas diferentes, quiere construir vidas diversas, quiere que no le digan qué hacer con su cuerpo. Y que así es muy complicado andar por la vida. Que mejor nos dejamos de joder con tanta diversidad, que la Patria no se hace grande y que todavía queda mucha tierra por poblar…

martes, 7 de octubre de 2008

Lenguaje y desconcierto

El pin es la viva muestra de qué hay actitudes que están por fuera del lenguaje, son ininteligibles para el resto, de la misma forma en quizás alguna vez lo fueron para uno mismo (o no lo fueron, o todavía lo son, o mañana lo serán). Como Borges y su Pierre Menard (ya los usaron para tantas cosas, vamos a usarlos para aquello para lo que nunca hubiesen querido ser usados), las cosas adquieren significados a través de diferentes variables contextuales: qué se dice, quien lo lee, cuándo se escribe, cuándo se lee y un largo etcétera (en esto, los etcéteras siempre son largos).

Los varones reaccionamos ante el “no” como un “quizá”, un “tal vez más tarde”, un “la próxima” o, directamente, como un “sí”. O como un “no”, al cual le sigue un “qué me importa”. Cualquier varón educado (y asimilado) en el parámetro heteronormativo/sexista tendrá algún vago recuerdo de relaciones sexo/afectivas producto de insistencias, asimetrías, presiones, etcétera. Cualquier mujer educada (y asimilada) en el parámetro heteronormativo/sexista también los tendrá. De allí que las relaciones forzadas se dan todos los días, en las relaciones más cotidianas, en las más “inocentes”, en las más cercanas. Es la mecánica habilitada y promovida.

Entonces, dando un poco de crédito a la efectividad de la cultura horrenda que nos rodea, la verdad es que no se entiende el pin: quien lo lleva, en el momento que lo lleva, las razones por las que lo lleva no cuadran con quien lo lee, el momento en que lo lee, y las razones que imagina. El arreglo social te sacó del arreglo social.

Está por fuera del lenguaje, por fuera de la práctica. Es incómodo, es subversivo. Butler contesta en el prefacio de 1999 de su “Género en Disputa” a quiénes le habían criticado el libro los diez años anteriores por incomprensible y por inentendible. Butler, entre varias cosas, dice algo así como “¿qué esperaban?, es imposible la claridad del lenguaje para explicar ideas que están fuera del lenguaje".

Falta mucho para que la lectura de una frase tan obvia pueda efectivamente resultar obvia. Negar eso sería negar que vivimos en un mundo de prostituyentes, proxenetas, machistas, xenófobos, lesbófobos y otro largo etcétera. En ese interín, lamentablemente los costos seguirán -como siempre- soportándose asimétricamente. Pero desde allí se puede pensar nuevas formas de poner en práctica esa lucha que incomoda, que subvierte, que descoloca.

viernes, 3 de octubre de 2008

¿QUE DICE EL PIN?

A mi vuelta del XXIII encuentro nacional de la mujer en Neuquén me traje, además de una serie de intensas experiencias que serán contadas en detalle en otro momento, una serie de pins feministas que se caracterizan por su simpleza y claridad en el mensaje: el clásico y contundente "Anticonceptivos para no abortar, aborto legal para no morir" y el muy explícito y directo "Cuando una mujer dice NO es NO", entre otros.
En rigor el significado de la palabra "pin" es "número de identificación personal", así la sigla en castellano es "NIP" pero en inglés es "PIN". Pero también significa alfiler. Si combinamos los dos significados tenemos un alfiler con un número, una frase o un símbolo que nos sirve como identificación personal.
Yo uso en general pins para que las otras personas sepan rápidamente que estoy a favor del aborto, que no tolero comentarios racistas ni sexistas, que no soy prostituyente, etc. En poco tiempo lo primero que descubrí es que a mis 40 años no queda bien usar pins, asi que ni bien entro a cualquier lugar, reunión u oficina, en general me aplican una rigurosa política de censura anti-pin. Pero así y todo, la efectividad comunicacional de los pins resulta en general infalible, las letritas de colores llaman la atención y todxs quieren leer lo que uno lleva impreso sobre el cuerpo.
Así estrené el pin que aparece en la foto en una evento sobre el derecho de acceso a la información pública y la importancia de regular la forma de contratar y asignar la pauta oficial de publicidad de gobierno. La primera en aplicarme la censura anti-pin y luego hacerme el primer comentario fue una joven abogada activista por los derechos civiles. Me miró, se me acercó hasta poder focalizar mejor la leyenda del pin y la balbuceó para adentro. Subió la cabeza y con una sonrisita me dijo: "No siempre...". La miré y le dije: "Si, siempre". Nos miramos por un segundo en silencio, pensando cada uno en el segundo argumento que estaba por venir pero justo en ese momento empezó el evento y ahí terminó la conversación.
Al final del evento se me acercó una senadora defensora de los derechos de la mujer, entre otras cosas, y junto a un empresario de medios se acercaron simultáneamente al pin, levantaron las cabeza y casi al unísono me dijeron -no lo entiendo-.
Yo lxs miré asombrado y les pregunté -qué no entienden- Y ella me repitió la frase del pin como si fuera yo el que tenía el problema de comprensión del mensaje. Me acerqué un poco más a lxs dos y les dije lentamente, como separando por sílabas: "vio-len-cia; vio-la-ción; a-bor-to; a-co-so..". -- ---Ahhhhhhhhhhh-, me respondieron más aliviados, -ahora sí, está bueno...-
Frustado por las respuestas recibidas por diversxs profesionales autodefinidos como progresistas y con sensibilidad de género me volví a mi casa mientras me convencía a mi mismo de que iba a tener que conseguir pins más directos y mucho más explícitos; algo así como: "!No hagas eso, está muy mal violar a una mujer!", o "No mates a una mujer, no seas feminicida".
Pero el problema es mi pin?!?!
Obviamente continuará...