Según el sentido común el techo de cristal estaría hecho de ladrillos del mismo material, por lo tanto transparentes e invisibles, o sea cristalinos. Esta invisibilidad lo convierte en uno de los principales obstáculos que enfrentan las mujeres para avanzar en sus metas laborales. Y si es invisible es porque se sostiene en base a normas, códigos y reglas informales, no escritas y para nada oficiales.
Sin embargo, la experiencia cotidiana de mujeres y varones demuestra que el techo de cristal está hecho de un material diferente, compuesto de conductas y actitudes masculinas, tan concretas como observables.
La pregunta que me gustaría plantearme acá como varón y reflexionar con otros varones es sobre la forma y la cantidad de material que cada uno de nosotros aporta cotidiana y rutinariamente para construir y sostener este techo.
Estas son algunas reflexiones a partir de mi experiencia personal sobre dos situaciones típicas vinculadas a la tarea cotidiana de naturalizar el techo de cristal. La primer situación tiene que ver con los ascensos y el progreso en mi vida laboral. Las veces que me ofrecieron un puesto laboral que mejoró mi estatus profesional reaccioné, automáticamente, convencido de que el resultado había sido una consecuencia exclusiva de mi talento y de mis méritos. Me llevo mucho tiempo reconocer que fue producto, la mayoría de las veces, de un pacto entre varones, que excluyó a otras mujeres por el hecho de ser mujeres y que me incluyó a mi por el simple hecho de ser varón. No estoy diciendo que esta haya sido la única y exclusiva razón; lo que estoy tratando de remarcar es mi incapacidad para visualizar y tomar en cuenta las ventajas que tuve por el simple hecho de ser varón.
Tengo que admitir que en ese momento no reaccioné como reacciono hoy. Me parece patético participar de este pacto de masculinidad que vengo sosteniendo desde que tengo memoria y por el cual yo y muchos otros varones venimos avanzando acelerada e inexorablemente en nuestros proyectos profesionales, escalón por escalón; mientras mis colegas, compañeras y amigas mujeres, avanzan proporcionalmente más despacio, o inclusive no llegan a avanzar. Como si la escalera ascendente de los varones estuviera ubicada en una dimensión paralela donde el tiempo y el espacio operaran de otra manera, básicamente regulados por reglas estrictamente misóginas y homofóbicas.
Otra conducta típica que ayuda a sostener el techo es la complicidad masculina para referirnos a nuestras compañeras y colegas como si fueran objetos inanimados, listos para ser consumidos sexualmente. Nuestras miradas fijas dividen sus cuerpos en partes, los analizamos y los comentamos. Esta práctica de acoso sexual frecuentemente puede derivar en otras formas más directas de acoso, algunas veces sutil (machismo gentil) y otras más evidentes, físicas y explícitas. En la mayoría de los casos el ascenso de las mujeres estará condicionado por la respuesta al acoso de los varones. Y en el peor de los casos este tipo de conductas masculinas no sólo condiciona el desarrollo profesional sino también la salud de las mujeres
Me llevó mucho tiempo tener el valor para de-construir esta complicidad masculina sobre la cual se construye una buena parte de las relaciones de género en el trabajo y por fuera del ámbito laboral también. Pero tengo que admitir que no siempre lo logré ni lo logro aún. A veces interpelo a mis colegas sin que me importe ser excluido del grupo de varones en permanente ascenso, pero otras veces no tengo el suficiente valor. Todos los días es una nueva prueba. Al igual que el techo de cristal, la masculinidad se construye o se de-construye todos los días.
En teoría el techo de cristal es un límite invisible para el desarrollo laboral de las mujeres y otros grupos discriminados por el sexismo y la homofobia de los varones. Sin embargo, en la práctica, el techo es un límite que sostenemos e imponemos los varones a través de nuestras conductas misóginas cotidianas. Estas conductas son tangibles y no son para invisibles. Otra cosa es que las ignoremos y las neguemos.
Es necesario y urgente que empecemos a pensar y a tener nuevas conductas para desnaturalizar lo que tendemos a creer que es un orden social justo y meritocrático, cuando en realidad se trata de un sistema de opresión, basado en nuestros patéticos pero efectivos privilegios masculinos.
9 comentarios:
No se...si bien vivi situaciones de acoso, nunca senti que ser mujer detuviera mis ascensos, y tuve varias jefas mujeres (es verdad, no soy ingeniera ni medica ni abogada, nunca tuve un trabajo "tradicional": trabaje en la tele y en una multinacional de internet, ahora soy estudiante de doctorado).
Tambien creo que las mujeres no estan en una situacion de falta de poder absoluta, que muchas veces un "me parece que no da, Toni, que hagas ese comentario, porque sos mi jefe/ companhero de trabajo y me haces sentir incomoda" puede frenar la situacion de acoso, y resinstalar una posicion de igualdad/ respeto.
tambien, como dije, hay cada vez mas mujeres en situacion de autoridad. una vez, en una reunion con mi jefa y otro productor, el pibe se distrajo con una revista con culos en la tapa que estaba sobre el escritorio. me jefa 9que me caia muy bien, le dijo: "XX, si la revista te distrae la sacamos, eh?"
Reconozco que hablo desde una situacion privilegiada, que no es lo mismo una productora de tele o una multinacional con trabajo en blanco que ser obrera textil en negro/ empleada domestica/ cajera de supermercado.
otra cosa, vieron esta publicidad
http://www.youtube.com/watch?v=86dPyGQFMnU
?
hacerse mujer es parir, hacerse hombre es convertirse en prostituyente: que lindo!
Por ahí también tenemos un paquete de ladrillos en la supuesta solidaridad progre de muchos machines con nuestras compañeras. Y es que uno finge que entiende que hay mucho de desigual y de injusto. Y cuál, puro pedo, si no tenemos el más mínimo reconocimiento de que hasta en andar sueltes en la calle con menos miedo (por acá sólo se anda con menos, no sin miedo)es un privilegio. Decir que entendemos más de lo que realmente somos capaces, aporta un chingo de ladrillos.
Por cierto... ya no sé bien con qué grado de criticismo debo entrar a mis procesos de avance laboral.
m.
Miguel, cuando te ofrezcqan la proxima vez un asenso o una oportunidad laboral valiosa, preguntate a vos primero que mujeres objetivamente estan en condiciones de ocupar ese puesto que te ofrecen, mira a la cara a tu interlocutor que seguramente va a ser un varon y preguntale: ¿pensaste en fulanita para este puesto? ¿se lo ofreciste a ella? ¿por que te parecio que fulanita no era la persona adecuada si tiene las mismas credenciales que yo? Y asi.
Dejate sorprender con las respuestas y con tus propias reflexiones. besos
Estudiante cronica, por lo que contas, no ves el techo de cristal porque estás estampada contra el. :)
Ademas, si sos obrera textil en negro/ empleada domestica/ cajera de supermercado, tu problema ya no es el techo de cristal sino la esclavitud.
punchou: como estudiante graduada y futura phd (con suerte!) me retire de la carrera por los ascensos.
pero la cofradia masculina que describia Chris ( y ojo, seguramente es asi entre abogados) no me sonaba a los ambientes de trabajo en los que me movi desde los 20 anhos, donde las mujeres ascendiamos, ocupabamos posiciones de autoridad, y ser hombre no parecia dar beneficios en ese sentido.
Entonces estudiante crónica aquí no solo se trata de un tema de género sino de privilegios de clase. Si pudieras salir de tu realidad y observar la realidad colectiva no desde tu individualidad sino desde el colectivo de mujeres entonces, quizás...sólo quizás... pudieras ver que para las mujeres no es fácil poner un limite sobre el avance de los varones, varones que se creen que tiene derecho a mírate el culo y decírtelo, a mirarte las tetas y decírtelo y apoyarte en el subte en el colectivo. Muchas mujeres que pasan por estas situaciones tan cotidianas siempre o por lo general eligen el silencio porque sino serian tratadas como locas. Te cuento una anécdota: tengo una amiga que es bióloga y delegada gremial de base un día viajaba en un colectivo y un tipo que estaba a su lado le miraba las tetas insistentemente, ella se levanto y le encajo una piña entre medio de los ojos. Sabes que pasó? La bajaron del colectivo. Nadie salio en su defensa, nadie señalo al cerdo que le miraba las tetas, ella la loca termino de a pie. Eso si eufórica y empoderada! :)
Legítima Defensa !
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