sábado, 27 de septiembre de 2008

Mis polainas rojas

Basado en recuerdos de hechos reales.


Tengo unas polainas rojas. Las uso poco, pero las tengo.

Hace aproximadamente dos meses salí con ellas, una mañana helada. Lo que para muchas personas es normal, para mi fue una especie de experimento. Aún sin quererlo, aún con el único objetivo de protegerse del frío (y obvio, lucir más bello, me gusta como me quedan mis polainas), un hecho normal para algunas personas se convierte en un experimento para otras. ¿No lo dije todavía? Soy varón. Y los nenes no usamos polainas, las polainas son para las nenas. Eso dicen los nenes, o al menos eso decían sus miradas en la estación de tren de Liniers, aquella mañana. Esas miradas me acompañaron en Liniers, luego en Moreno, finalmente en Vicente López. Hubiese pagado para saber que pensaban esos varones y esas mujeres que miraban mis polainas rojas. Podría especular, pero lo dejo a imaginación…Es fácil, los estereotipos ayudan. Un varón con polainas rojas, ¿será…?

Y si, protegerse del frío y lucir algo que a uno le gusta puede convertirse en un experimento, que transita desde la indiferencia hasta el desconcierto, la persecución, la burla, la violencia y, porqué no, también la paranoia.

Pero por suerte uno tiene amigxs, ¿no? Entonces llega a ese espacio libre de prejuicios, dónde uno simplemente puede ser quien es, sin que eso se convierta en un experimento con resultados inciertos. Llegué a ese espacio entrada la noche, más fría aún.

El muy gastado "Hola", fue circunstancialmente reemplazado por un: “¿Esas son polainas?”. Todas las miradas de mis amigxs se dirigieron al piso. "Si, ¿te gustan?"

Bueno, un varón con polainas no puede pasar desapercibido. Algunas risas; algunas exclamaciones que ofenderían a varias personas (lo dejo a su imaginación: ¿a quiénes?); algunas miradas entre la rareza, el excentricismo y la desconfianza. Expliqué lo obvio: “hace frío y me gusta como me quedan, ¿cuál es el problema?”. Bueno, los problemas eran varios, básicamente todos aquellos que surgen cuando uno –en este caso, conscientemente- se sale del mandato, del molde, de ese lugar dónde muchxs se sienten cómodxs y, precisamente por eso, protegen hasta el final de diversas maneras.

Así, la vida a veces se convierte en un experimento. Hace mucho que no uso mis polainas rojas, aún cuando hace frío. Porque uno a veces quiere sólo estar abrigado, no entablar un diálogo político. Pero en ciertos lugares todo es político, entonces uno va viendo de qué tiene ganas. Hace rato que no uso mis polainas rojas, porque algo tan sencillo, tan básico, tan inocente, tan absurdo, tan insignificante puede convertirse en una experiencia central en tu día. Al final, la agenda la pone el resto. Hace rato que no uso mis polainas rojas, porque todavía no puedo andar por la vida como si el resto no existiera. Y el resto existe y te tira en la cara su existencia. Y uno va viendo de qué tiene ganas. Porque hay tantos experimentos…

Aquel día tuvo la conclusión más perfecta que podría haber tenido. Cerrando la discusión sobre las polainas, hubo quien dijo: “esta bien, ¿pero tenían que ser rojas?”. En fin.

8 comentarios:

Baruyera Entremeses dijo...

En poco tiempo como avanza este blog! Mucho para decir no? La anecdota de las polainas es muy buena!!!!
Suerte vos que podes "elegir" no ponertelas más, yo hasta hace unos años todavia tenia que dar explicaciones acerca de mis pantalones "de hombre" y no, no era por "disidente" que los usaba, sólo los de "chicas" no me entraban...asi está el mundo!

Un abrazo desconforme pero sin amarguras.

Vero

M. dijo...

¿Cómo que no podías elegir? Los varones te damos muchas opciones, por ejemplo adelgazar hasta enfermarte o morir. Cuando el patriarcado cierra una puerta siempre abre una ventana. Así esta el mundo.

Besos! Y muchas gracias!

Ver-Ninman dijo...

Chicos, 'ta mono a montones el blog. Qué cosa (mono, los montones y el blog y sigue el patriarcado dando)

M.

Chris dijo...

Para el que no lo sepa, Miguel Pulido es nuestro primer blogger internacional, más precisamente mexicano.
Miguel es, entre otras cosas, un gran bailarín, uno de los mejores que he visto.

Unknown dijo...

me recopo el blog me lo recomendaron de "desobediencia y felicidad"
gracias por estar ahí me siento menos solo y menos "raro" una especie de varón inconveniente - hasta hoy no soy gay
Diego

Unknown dijo...

ya salio mi comentario??
No manejo los blog

M. dijo...

Hola Diego.

Gracias por la buena onda. Y acá la cosa es sin aclaraciones. Hay muchas formas de ser varones inconvenientes, tanto heterosexuales como homosexuales, bisexuales, trans, etcétera. Es más, quizás los varones ni siquiera "existamos" por fuera de lo que socialmente se entiende como varón, lo cual no deja a todxs un poco en soledad y en una posición un poco rara. Abrazos!

Igor dijo...

Muy buen relato, Christiano! Por favor, hoy venga con polainas.