martes, 23 de septiembre de 2008

¿Qué ves cuando me ves?

La pregunta que titula estas breves palabras es un punto de partida para pensar la construcción de la masculinidad y para avanzar posteriormente en dinamitar lo aprehendido. Este blog pretende, entre otras cosas, interpelar a los varones desde nuestra posición de varones. Ese proceso de interpelación apela a desarmar diferentes arreglos que nos convierten en lo que somos.

Las preguntas acerca de porqué discriminamos, porqué explotamos y consumimos cuerpos de mujeres, porqué nos comportamos de formas brutales y violentas, porqué utilizamos el femenino para insultarnos entre pares, porqué nos causan risa aquellas finas prácticas que llevadas a otros niveles terminan con la muerte de mujeres, porqué no paramos cada vez que podemos estas innumerables situaciones cotidianas, son preguntas que pueden responderse de formas muy diversas. Pero a pesar de las múltiples excusas y justificaciones que podrían ensayarse (y se ensayan), todos los varones somos victimarios: desde el ataque directo o la pasiva complicidad.

Las formas de parar esta tragedia silenciosa también son varias. Algunos de nosotros detenemos estas prácticas cuando somos puestos en ridículo, cuando nos enfrentamos con el sufrimiento ajeno, cuando nos empieza a dar vergüenza, cuando alguien nos interpela y nos desmantela, cuando la crítica feroz y la confrontación violenta nos pasa con justicia por encima.

Cómo llegamos a esto y cómo salimos de esto, son preguntas personales y políticas, si es que la diferencia existe. Personales, porque estas prácticas se trasladan y reproducen en todas nuestras relaciones cotidianas, en nuestras familias, escuelas, trabajos y camas. Así, parece obvio que los cambios personales son necesarios. Políticas, porque la sexualidad es política, porque la sexualidad está sujeta a la opinión pública y porque es objeto de acciones estatales. Lo que hacemos en nuestras relaciones cotidianas, en nuestras familias, escuelas, trabajos y camas está influido por un millón de cuestiones frente a las cuáles el Estado, la sociedad y otras personas intervienen. El traslado de lo personal a lo político y de lo público a lo privado, desdibuja los contornos de estos compartimentos que usualmente se presentan estancos y alejados. Trasladamos miseria, glorificación de la burla y violencia patriarcal. Los varones somos vehículos de ese traslado, lo llevamos a todos los espacios en los cuáles intervenimos. Lamentablemente, intervenimos en “todos” los espacios existentes, correlato obvio de una deliberada política de opresión y conquista.

Hay que desandar este camino y empezar a exponer públicamente los cuerpos de los varones tanto prostituyentes como cómplices apáticos. Cuando empecemos a desnudarnos, cuando empecemos a ser marcados por las violencias con las que marcamos, cuando comencemos a ser seriamente interpelados por nosotros mismos, por las mujeres y por el propio Estado, quizá ahí pueda empezar a pensarse otra forma de arreglo social.

2 comentarios:

yo dijo...

hola, encontré este blog por otro...desobediencia y felicidad. Me parece muy valioso que se abra un espcio para pensar este tema desde la perspectiva masculina.
Felicitaciones
saludos!

M. dijo...

Muchas Gracias. La verdad es que es precisamente eso: un espacio para "empezar a pensar" un conjunto de cuestiones que están muy presentes y que es necesario articular en términos personales, públicos y políticos para que las personas podamos vivir un poco mejor.

Muchas gracias, de nuevo!